Bienvenidos

Bienvenidos a la realidad del mundo irreflexivo, bienvenidos a la orilla del mar nocturno con el que divago continuamente, bienvenidos al eterno nombre, a los sueños, a la luz, al tiempo. Bienvenidos...

sábado, 21 de marzo de 2009

Carta Condenatoria

Puedo escribir una carta cuyas letras corran hasta el mar.
Puedo escribir sobre la angustia de mi corazón esta noche, y hacer una armonía plagada de dulces suspiros.

Pues quisiera escribir sobre ti, porque me hace un poco más triste pensar en tu rostro esta noche. Creo que es por mí el mayor dolor, gracias a mi puntual e infalible inoportunidad.
Pienso en ti, y el mundo se me ilumina, pero contrasto mi realidad con mis sueños y retorno a este camino de sombras.

Eres el milagro más patente que ha llegado a mi corazón en estas fechas, pues has sido la frescura que ha impedido desfallecer de sed a mis sueños.

En la tierra de mis esperanzas, antes de ti, todo parecía perdido. Y no podía elevar la vista al cielo sin encontrar, a cada paso, mis pies heridos de espinas.

La soledad me impuso fronteras.
Y fue ahí, en un lugar intransitable, donde pronuncié tu nombre.
Entonces pareció mi voz recordar su canto, y parecieron mis alas reconocer los cielos.
Entonces mis ojos pudieron ver las estrellas y lavar en sus aguas azules todas mis heridas.

A partir de ti el mundo pareció renovado, y aún lo parece, como esta noche que miro mi ventana y encuentro una ciudad apacible y luminosa bajo la mano de la oscuridad, y siente mi corazón también romperse en fisuras de luz, sólo por recordar tu nombre.

E imagino lentamente la beatitud de tu imagen en mi camino, y algo dentro de mí se estremece.

Muero al pensar que tu luz me iluminará de paso, por unos días, por unos años, y luego te irás por siempre, para siempre, a un lugar para mí inaccesible.
Y perderé tu corazón, y se hará otra vez la noche en mis canciones.
O incluso yo misma me vaya por siempre.

No existe material lo suficientemente sensible para retratar tanta armonía de cristales.
Lo cierto es que tengo un ansia incontenible de jurar eternidades y sellar pactos en mis puertas. Y recuperarte con mi voz del infinito. Y conservarte a mi lado por más tiempo del que pudiéramos contar con tu vida y la mía.

Y conocer, bebiendo del agua del tiempo, lo que es el amor serenado en la gracia de los sueños.

Pero es impropia, casi ilegal, mi forma de compartir estas palabras. Tu amistad me merece más respeto. Mas, hay algo que ninguna ley me evita sentir, y no puedo callarme, ni bajar los ojos, ni pensar que ya has declarado perdida esta guerra.

Por ti, pudiera declarar perenne la primavera.

Pero me sigue pareciendo impropio que no llegues nunca a entender mis palabras. Y yo me quede por todos los años con mi cuenta de cobardías a cuestas, para calmar mis sinrazones. Pero toma en cuenta que a veces es más sabio el silencio, y lo impronunciable tiene más palabras para llegar a tu corazón.

Por ti, incluso podría acabar con la maldición que me persigue.

Sin embargo, creo que ya he dicho demasiado. Y vuelvo a pensar en un principio, con temor de contemplarte, con ganas de aprisionarte y arrebatarte de la lejanía que te esconde.
Yo estoy bajo la noche, mirando la ciudad y presintiendo que algo en mí busca un atajo menos doloroso hacia la muerte.
Porque sospecho que partirás tan lejos que mi voz no volverá más para continuar tu camino, que olvidarás estas débiles letras que tiemblan de frío, igual que mis lágrimas, igual que las estrellas en el cielo de la noche.

E imagino entonces que se derrumbarán muchas puertas, y acabarán muchos soles, y morirán muchas flores, todo sin canción de despedida.

Quizá mi locura esta noche es como un fuego arrebatado que presiente que su alimento se consume, y pronto declinará su fuerza.

Quizá sean mis palabras esta noche como el mar, por tan hondas de soledad, tan inmensas de lejanía, y tan impotentes de nunca conocer más de cerca aquella tierra que siempre miran, que apenas tocan, que la presienten, pero que no la conocen.

Quizá sea hoy este sentimiento que me hace morderme los labios, el mismo que decida mañana mi suerte. Pero ten en cuenta que mi amor, como fuego inconsumible, como mar inexplorable, permanecerá encendido a lo largo de la historia de una vida, dando color a unos pasos, y dando un poco más de paz a todo aquello que se siente extraviado.

Aunque te alejaras, por ti he mandado quitar el nombre de todos los caminos…

1 comentario:

Alberto Zamora dijo...

No alcanzo a conectar, mucho menos articular palabra alguna, para agradecer toda esta lluvia de prosa y verso, donde me envuelves...

Estos versos hacen que retorne por breves instantes a aquellos mágicos e inolvidables momentos, donde el tiempo debió detenerse y fundirnos en aquel fugaz abrazo.

Te quiere y siempre lo hará, tu eterno y fiel amigo: Alberto Zamora